Por Renso Valentini
-Fue un asco. Pobre Agostina. Me llevo re bien. Después nos
dejamos de ver. Pero le destruimos el departamento porque estábamos todos en
pedo.
Esteban no exagera. Cuando Agostina despertó al otro día, su
hogar era digno escenario de una película bélica. Sólo faltaba la voz de Édith
Piaf y un escuadrón de marines fumando Lucky Strikes para que el dos ambientes
emulase a una bombardeada casona francesa en 1944.
La noche de sábado se había descontrolado. El joven lo
recuerda (casi) todo:
-Digo: “Tengo ganas de hacer pis”, ella dice: “Hacé pis por
la ventana porque hay una chica encerrada en el baño”. Voy a la pieza y estaba
José meando la cama.
-Voy al balcón y había varios tirando dentífrico a los autos
estacionados. Después me invitaron a una competencia de vómito desde allí.
Por la pared exterior del edificio bajaba una mancha ácida
de fernet semidigerido. “Todo el mundo re loco”.
Mientras tanto, en el living, alguien tiró un vaso al suelo y buscaron la escoba. Estaba en el balcón del piso inferior.
“¡Nos vamos, nos vamos!”. Sonaron las trompetas. Todos los
soldaditos se alistaron para salir. Agostina se quedó sentada, viendo la
situación.
El piso del living era un pantano etílico, donde vasos
plásticos flotaban como camalotes sintéticos. En lugar de bruma tenebrosa,
había una decadente cortina de humo gris en toda la habitación. La música ya no
sonaba, pero los gritos de quienes abandonaban el lugar llegaban a los oídos de
Agostina. Dejó los ventanales abiertos y cerró la puerta de su casa.
-Arrancamos para el boliche. Algunos por la escalera, otros
por el ascensor. Fui por la escalera y veo una catarata de meo que cae. Varios
meando por la escalera. ¡Estaban meando la escalera!
Cuando la anarquía se apoderaba de los palieres de su
edificio, la mayoría de los vecinos probablemente intentase dormir, pero nadie
salió a reclamar nada.
-El edificio está lleno de viejas conchetas- afirma Ana, una
de sus más cercanas amigas.
Alguien quiso sacar la manguera de incendios del pasillo y
rompió el vidrio. Nadie se hizo cargo y allí quedaron los pedazos.
Al
tiempo que fabrica una “tuquera” enrollando un recorte de papel metalizado,
Esteban recuerda que en su voraginoso enfieste, ninguno tuvo en cuenta algo
fundamental:
-Todo el edificio, lleno de cámaras. El domingo nos cagamos
de risa, no nos acordábamos de nada. Al otro día, Agostina subió al Facebook la
foto de una multa que los vecinos le habían cobrado y pedía ayuda para pagarla.
No era su primera sanción.
La paciencia de sus vecinos llegaba al límite.
-Es
una torre Credil. Le destrozamos el departamento y el edificio. No de forros,
sino que estábamos ahí y sin querer se caía algo- aclara mientras sus ojos se
orientalizan progresivamente.
Pero no fue por inocente descuido que los autos estacionados
abajo terminaron orinados, vomitados y cubiertos de pasta dental. Agostina
invita a sus visitantes a no reprimir sus instintos. Algunos son vandálicos.
-Ella no pone ningún límite. Incluso lo incentiva a veces.
Cuando veía todo, la divertía.
Tanta permisividad puede ser perjuiciosa. En las comunidades
verticales que son las torres de departamentos hay que respetar a los espacios
comunes, ya que el consorcio tiene influencia sobre los propietarios.
-No le renovaron el contrato. Ahora se mudó a dos cuadras.
Ya debe tener un par de multas-, supone Esteban.
En su nuevo domicilio, la joven no perdió comodidades ni
accionar:
-Tiene tarjeta para activar la luz y para ingresar al
edificio. Si no tenés la tarjeta, no tenés luz. Tenía roto el picaporte. Salía,
se mamaba y perdía la llave. Llegaba y tenía que llamar a un cerrajero. Varias
veces les pasó.
Textuales. La carrera
de Agostina.
Esteban: “Estudiaba arquitectura. Al primer año, le iba muy
bien. Dibuja muy, muy bien. En agosto, dejó de ir. Le preguntamos qué le pasaba
y dijo que ya había abandonado. Supongo que estaría de joda. 'Chicos no pongan
nada en Facebook; porque les dije a mis viejos que sigo, pero no voy más'. Dejó
de ir. Se le atrasaron todas las materias, en las cuales le iba muy bien. Las
dejó. Al año siguiente las recursó. Ahora también dejó”.
Ana: “Le gusta mucho la joda y el alcohol. Toma mucho
alcohol. No le gusta tomarse un vino, fumarse un porro e irse a dormir. A ella
le gusta tomarse un vodka, salir y reventarse. He terminado en cualquier lado
por culpa de Agostina”.
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