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viernes, 22 de noviembre de 2013

La fiesta de Agostina

Por Renso Valentini

-Fue un asco. Pobre Agostina. Me llevo re bien. Después nos dejamos de ver. Pero le destruimos el departamento porque estábamos todos en pedo.

Esteban no exagera. Cuando Agostina despertó al otro día, su hogar era digno escenario de una película bélica. Sólo faltaba la voz de Édith Piaf y un escuadrón de marines fumando Lucky Strikes para que el dos ambientes emulase a una bombardeada casona francesa en 1944.

La noche de sábado se había descontrolado. El joven lo recuerda (casi) todo:

-Digo: “Tengo ganas de hacer pis”, ella dice: “Hacé pis por la ventana porque hay una chica encerrada en el baño”. Voy a la pieza y estaba José meando la cama.

El libertinaje se extendió:

-Voy al balcón y había varios tirando dentífrico a los autos estacionados. Después me invitaron a una competencia de vómito desde allí.

Por la pared exterior del edificio bajaba una mancha ácida de fernet semidigerido. “Todo el mundo re loco”.


 Mientras tanto, en el living, alguien tiró un vaso al suelo y buscaron la escoba. Estaba en el balcón del piso inferior.

“¡Nos vamos, nos vamos!”. Sonaron las trompetas. Todos los soldaditos se alistaron para salir. Agostina se quedó sentada, viendo la situación.

El piso del living era un pantano etílico, donde vasos plásticos flotaban como camalotes sintéticos. En lugar de bruma tenebrosa, había una decadente cortina de humo gris en toda la habitación. La música ya no sonaba, pero los gritos de quienes abandonaban el lugar llegaban a los oídos de Agostina. Dejó los ventanales abiertos y cerró la puerta de su casa.

-Arrancamos para el boliche. Algunos por la escalera, otros por el ascensor. Fui por la escalera y veo una catarata de meo que cae. Varios meando por la escalera. ¡Estaban meando la escalera!

Cuando la anarquía se apoderaba de los palieres de su edificio, la mayoría de los vecinos probablemente intentase dormir, pero nadie salió a reclamar nada.

-El edificio está lleno de viejas conchetas- afirma Ana, una de sus más cercanas amigas.

Alguien quiso sacar la manguera de incendios del pasillo y rompió el vidrio. Nadie se hizo cargo y allí quedaron los pedazos.

Al tiempo que fabrica una “tuquera” enrollando un recorte de papel metalizado, Esteban recuerda que en su voraginoso enfieste, ninguno tuvo en cuenta algo fundamental:

-Todo el edificio, lleno de cámaras. El domingo nos cagamos de risa, no nos acordábamos de nada. Al otro día, Agostina subió al Facebook la foto de una multa que los vecinos le habían cobrado y pedía ayuda para pagarla. No era su primera sanción.

La paciencia de sus vecinos llegaba al límite.

-Es una torre Credil. Le destrozamos el departamento y el edificio. No de forros, sino que estábamos ahí y sin querer se caía algo- aclara mientras sus ojos se orientalizan progresivamente.

Pero no fue por inocente descuido que los autos estacionados abajo terminaron orinados, vomitados y cubiertos de pasta dental. Agostina invita a sus visitantes a no reprimir sus instintos. Algunos son vandálicos.

-Ella no pone ningún límite. Incluso lo incentiva a veces. Cuando veía todo, la divertía.

Tanta permisividad puede ser perjuiciosa. En las comunidades verticales que son las torres de departamentos hay que respetar a los espacios comunes, ya que el consorcio tiene influencia sobre los propietarios.

-No le renovaron el contrato. Ahora se mudó a dos cuadras. Ya debe tener un par de multas-, supone Esteban.

En su nuevo domicilio, la joven no perdió comodidades ni accionar:

-Tiene tarjeta para activar la luz y para ingresar al edificio. Si no tenés la tarjeta, no tenés luz. Tenía roto el picaporte. Salía, se mamaba y perdía la llave. Llegaba y tenía que llamar a un cerrajero. Varias veces les pasó.

Textuales. La carrera de Agostina.

Esteban: “Estudiaba arquitectura. Al primer año, le iba muy bien. Dibuja muy, muy bien. En agosto, dejó de ir. Le preguntamos qué le pasaba y dijo que ya había abandonado. Supongo que estaría de joda. 'Chicos no pongan nada en Facebook; porque les dije a mis viejos que sigo, pero no voy más'. Dejó de ir. Se le atrasaron todas las materias, en las cuales le iba muy bien. Las dejó. Al año siguiente las recursó. Ahora también dejó”.

Ana: “Le gusta mucho la joda y el alcohol. Toma mucho alcohol. No le gusta tomarse un vino, fumarse un porro e irse a dormir. A ella le gusta tomarse un vodka, salir y reventarse. He terminado en cualquier lado por culpa de Agostina”.

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