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sábado, 23 de noviembre de 2013

De paso por Frankville

Por Augusto Bertone

En el volante que promociona las instalaciones del Hostel Frankville, una tortuga canchera y trotamundos sonríe, bajo unas gafas negras, a la cara del lector. Al reverso del papel fotográfico, un mapa  small  enumera  los principales destinos turísticos de la ciudad. Así comienza  a entreverse el estilo cosmopolita y jovial que dos amigos del colegio idearon, hace 5 años, cuando abrieron el primer hostel en La Plata.

El complejo descansa sobre 46, entre 10 y 11. Como referencia esclarecedora vasta nombrar el Cinema Paradiso, situado exactamente en la vereda opuesta. Sin dudas, es un punto favorable para quienes pretenden cercanía al centro administrativo y comercial, a las facultades y los bares.

A Frankville llegan muchos venidos de otros países: colombianos, brasileros, chilenos, franceses y alemanes. Pasar la noche, en una pulcra habitación separada del baño, cuesta 85 pesos. El alojamiento debe ser temporario. Por eso duermen allí muchos estudiantes oriundos del interior, que precisan techo y cama, hasta conseguir un lugar fijo que alquilar.

Cuenta Lucia Klein, trabaja en el albergue desde su apertura en octubre de 2008, que en el hostel se producen buenos vínculos entre los huéspedes: “Hay buena onda. Vienen chicos de afuera que se conocen con otros y juntos salen a buscar otros lugares”.
Parece cierto. La casona es de vieja data, pero está cuidadosamente arreglada, e irradia cobijo y calidez para los peregrinos de paso. Lleva impresa una estética un poco bohemia, deportiva e intercultural.

En la sala de estar cuelgan banderines, casacas futboleras y posters variopintos. Un LCD inmenso es amo y señor del comedor. En una esquina un pelotón de botellas de vino y cerveza invita a pensar que allí realmente no falta nada, si hablamos de ocio y distención.

El ambiente es deliberadamente informal. Pero cada cosa ocupa su sitio. “En general viene gente joven, aunque no tenemos un patrón. Hoy, por ejemplo, están parando dos familias, con chicos y grandes”, informa la encargada de 28 años.

Dice Lucia que los platenses “de 30 o 40, para arriba” no tienen demasiada idea de qué es un hostel: “En Europa es común. Acá es una nueva tendencia. Apunta a un público joven que quiere gastar poco y que quiere compartir. Muchas veces lo confunden con un bar, no saben lo que es”, concluye sentada detrás del mostrador de  recepción mientras suena una suave melodía en los altoparlantes.


Frankville fue lanzado al mundo por dos amigos de la adolescencia que el año pasado asumieron el mismo riesgo en Brasil. La empresa, sin embargo, no tuvo idéntico éxito. La fluctuante economía y el cambio de moneda dificultó “la prueba”. Para el 2014 esperan afinar los números y replicar la buena reputación alcanzada entre los visitantes de La Plata.

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